Mostrando artículos por etiqueta: minimalismo
Pásate al armario cápsula
Las primeras pertenencias que reduje cuando cuando comencé a llevar un estilo de vida más minimalista fueron prendas de ropa. Para mí fue sencillo deshacerme de camisetas, pantalones o vestidos que no me ponía. Sé que no siempre es así y que tendemos a guardar muchos “por si acasos”. Yo siento tanta liberación con un armario con pocas prendas, que quiero compartir mi proceso y los recursos que a mí me han servido por si son útiles y tan placenteros para otras personas.
Cómo llegué al armario cápsula
El proceso fue muy curioso y puede que en un orden diferente al de otras personas. Para contaros cómo empezó, me tengo que remontar a septiembre de 2016, cuando empecé a trabajar en Monetes. Venía de pasar tres años en pijama, cuidando de Daibel en casa. Además, sentía que la ropa que usaba en mi trabajo anterior no tenía nada que ver conmigo. Siempre vestía de manera que me hiciera parecer más mayor con el objetivo de que me tomaran en serio. En fin...
Para tener algo decente que ponerme para ir a trabajar, me fui de compras y, como por arte de magia, encontré mi estilo por primera vez en mi vida. Aquí es donde está lo curioso. De pronto supe elegir ropa acorde a mi estilo de vida, que me gustaba y me sentaba bien. Yo no sé si esto le pasa a más gente, pero hasta ese momento, yo no terminaba de estar conforme con mi armario, siempre pensaba que faltaban cosas y que tenía mucha ropa que no era la que quería llevar y aún así me ponía porque es lo que encontraba en mi armario.
Las expertas en organización suelen decir que primero viene la limpieza de armario y luego encuentras el estilo, gracias a la información que te aportan las prendas con las que te has quedado. Este vídeo de Lucía Terol lo explica fenomenal.
En mi caso fue al revés. Encontré mi estilo y fue entonces cuando me vi capaz de deshacerme de todo aquello que no encajaba. De esta forma salieron, por ejemplo, todos los vaqueros de mi armario. ¡Qué locura! ¡Una persona sin vaqueros! Pues sí. No tengo vaqueros porque no consigo encontrar ninguno que me encante y me resultan incomodísimos.
Cómo es mi armario cápsula
Lo que se ha quedado son prendas con las siguientes características:
- Cómoda. Punto principal e indispensable. Lo que me incomodaba, por muy bonito que fuera, salió de mi armario. Es por ello que no hay vaqueros, pero hay variedad de medias y leggins que llegan a la cintura y camisetas y vestidos amplios que considero que me sientan bien.
- Bonita/especial. No me quedé con nada que no me encantara o fuese muy funcional y combinable, como unos leggins. Para mí es importante vestir con ropa que me guste mucho, que me haga sentir que es especial. Te aseguro que así cuesta menos elegir con qué vestirse por las mañanas porque muchas veces estoy deseando ponerme esa prenda que tanto me gusta.
- Fácil de combinar. Este punto aún lo estoy perfilando. Es curioso porque hace un año pensaba que mi armario cápsula de invierno estaba muy perfilado, pero me he dado cuenta de que no es así. Es el de verano con el que me siento más conforme porque sí he conseguido, con poca ropa, tener un armario cápsula que permite muchos conjuntos diferentes gracias a la posibilidad de combinación de prendas. En el armario de invierno, lo que realmente pasa es que tengo más ropa, por eso tengo opciones variadas, pero no tantas combinaciones con la misma prenda. Desde luego, mi armario de entretiempo es el que menos me convence. Con él todavía tengo la sensación de no vestir como a mí me gusta. Con el paso del tiempo iré ajustándolo.
- Prendas que no hay que planchar. Yo no plancho, así que de mi armario salió todo lo que requería planchado para poder ponérmelo, ya que no lo usaba; y tampoco entra nada nuevo que haya que planchar. Esto lo tengo muy en cuenta a la hora de elegir la ropa.
- Faldas y vestidos. Siempre me había etiquetado a mí misma como que yo no era una persona de faldas o vestidos. Cuando me di la oportunidad de probarlos, descubrí que son las prendas con las que más cómoda me siento y que me gusta la figura que me hacen.
Sí que es verdad que, una vez vaciado el armario de todo lo que no iba conmigo, he tenido que comprar algunas prendas más para poder hacer ciertas combinaciones y sacarle todo el partido al armario cápsula. Además, yo no tengo el objetivo, como otras personas, de no comprar ropa en un año. Cuando tienes menos ropa, esta se desgasta más y es posible que haya que reponerla. Aunque aquí también entramos en el tema de las calidades. Cuanta más calidad, más dura la prenda.
Lo que sí me planteo, por una cuestión de conciencia ecológica, es adquirir más ropa de segunda mano o de fabricación sostenible. He de decir que esto no es tan fácil cuando eres de talla grande, pero bueno, yo voy a poner de mi parte.
Preparar la ropa de la semana
Una práctica que he incorporado tras armar mi armario cápsula es la de dejar preparados los ‘looks’ de toda la semana el domingo por la tarde. ¡Me encanta!
Dedico un rato a pensar cómo es probable que sea mi semana. Repaso la agenda para ver si hay citas de médicos, qué tareas hay que realizar en el trabajo, si he quedado... Y en base a eso, elijo tres looks completos y los dejo preparados en una percha tipo pantalonero, dejando más abajo el último look que me pondré y más arriba el primero.
Elijo sólo esos tres conjuntos porque repito ropa dos días. Paso muchas horas en casa (en pijama, monísimo, eso sí). Prácticamente, sólo salgo para ir a trabajar y mis turnos son de tres horas y media, por lo que no me da tiempo a ensuciar la ropa.
Puede parecer algo como muy restrictivo pero, si llegado el día no te apetece ponerte lo que elegiste, han cambiado los planes o algo se ha ensuciado, te pones otra cosa y listo. Lo bueno de un armario cápsula bien perfilado es que las prendan combinan entre sí.
Además, le veo tres ventajas fundamentales a esta práctica:
- Me pongo toda la ropa que tengo. Al elegir los looks en el mismo día, pienso con más detenimiento las posibles combinaciones y me doy cuenta de qué prendas hace tiempo que no uso y, si me apetece, las pongo en la percha. Si no, es una señal para ir pensando si esa prenda debe irse.
- Pongo menos lavadoras. No sólo porque repito look dos días, sino porque, al tener una idea clara de lo que me voy a poner, no echo a lavar camisetas que tienen una puesta de sólo dos horas, por ejemplo. Esto, además, hace que la ropa dure más, ya que el deterioro de las prendas es causado, sobre todo, por los lavados.
- Mi armario está más ordenado. En el pasado, era muy frecuente que me probara varias prendas antes de decidir qué ropa me ponía ese día y muchas veces lo que no había elegido se quedaba por ahí tirado porque ya había llegado la hora de salir de casa. Ahora, puede haber varias pruebas el domingo (casi nunca pasa ya esto porque tengo una idea mucho más clara de lo que tengo), pero después, dispongo de tiempo para dejarlo todo en sus sitio. Y, como lo hago de una sola vez, no se acumulan pruebas de varios días.
Además, quería comentaros que también me he pasado al doblado de ropa vertical, técnica que ha popularizado Marie Kondo y que ayuda mucho a tenerlo todo a la vista y más ordenado.
El armario cápsula de Daibel
Daibel también tiene su armario cápsula. De hecho, es mucho más cápsula que el mío.
No le preparo la ropa de la semana los domingos, como hago con la mía. Él sale menos que yo de casa y suele estar en pijama, así que le pongo el que esté limpio y punto. Tiene como seis o siete. Lo que sí hago, si vamos a salir, es preparar la ropa de calle la noche de antes. Sé que esto lo hace mucha gente y lo recomienda todo el mundo, pero yo no lo había conseguido hasta ahora. Y sí, preparar las cosas la noche anterior marca mucho la diferencia, al menos para mí.
Daibel sólo tiene dos conjuntos de calle esta temporada. Y no, tampoco tiene vaqueros. Elegí dos prendas llamativas que me gustaban mucho y compré otras de colores neutros con las que poder combinarlas. Y ya está. No necesita más.
Los pantalones y sudadera tan bonitos son artesanales, hechos por Yocosocositas.es ?
Recursos para crear tu armario cápsula
Por último, quiero dejarte aquí unos enlaces por si te apetece indagar más respecto al armario cápsula:
- Para mí, los vídeo que mejor lo explican, con contenido más teórico que práctico y que te hacen profundizar en comprender tu armario y tu estilo, son, como no, los de Lucía Terol, que puedes encontrar aquí.
- Si buscas contenido más práctico, estará bien que eches un ojo a los canales de Paula Simple, Elena HG y Vida Minimalista.
- Si te llama la idea de hacer un armario cápsula minimalista para tu hijo o hija, Mamá Valiente tiene una guía maravillosa en el blog de Esturirafi.
¿Te animas a pasarte al armario cápsula? ¿Tienes ya un armario minimalista?
Un Bullet Journal que cambia vidas
Desde hace casi una año me organizo con Bullet Journal (BuJo de ahora en adelante) y afirmo rotundamente que se ha convertido en uno de mis favoritos de 2018. Dudo que vaya a cambiar de método de organización en mucho tiempo, puede que nunca.
Por si no conoces esta herramienta, te cuento . El BuJo es una libreta en la que vas creando tu propia agenda. Es un sistema ideado por Ryder Carrol que ha encandilado a multitud de personas de todos ámbitos pofersionales y diversos estilos de vida.
En redes sociales hay una gran comunidad que usa el BuJo como herramienta de expresión artística y creativa, haciendo verdaderas obras de arte. En este sentido, me gustan mucho los canales de The Flower Journal, Dalia Journals (y anteriormente Rincón de Dalia), AmandaRachLee y ChristineMyLinh. También he aprendido mucho de Chirstine Hug, quien no emplea el BuJo de forma tan creativa, pero el uso que le da se parerce mucho más al mío.
El BuJo, en origen, no fue creado para ser un medio en el que canalizar la creatividad artística. Más bien todo lo contrario. La idea era crear un espacio lo más sencillo posible y libre de ruido, que albergue lo verdaderamente importante para la organización y la productividad. Pero la gracia del BuJo es que es personalizable y, aunque esta vertiente creativa no haya respetado el objetivo originario, cada una lo emplea como quiere, le da importancia a lo que le parece y, en definitiva, refleja su estilo.
Cómo empecé
Me adentré en el mundo del BuJo a la vez que en el minimalismo. Y es que me di cuenta de que usaba cuatro libretas diferentes para organizarme: una agenda para temas de trabajo y médicos de Daibel, otra para las cosas de casa, otra para reflexiones y aspectos más personales que de vez en cuando me da por escribir y otra para bocetar y hacer listas de cualquier cosa, como las de la compra, por ejemplo.
Estaba deseando encontrar una forma de unificar esas cuatro libretas en una sola. Aunque estaba enamorada de mi agenda, no tenía los apartados necesarios para poder usarla para todas estas cosas, a la vez que tenía unas cuantas páginas, ya diseñadas, que a mí no me servían para nada.
Estaba claro que lo que me permitiría hacer es unificación era el BuJo, pero, acostumbrada a ver por las redes aquellas obras de arte, pues se me hacía un mundo. Cuando me estaba picando el gusanillo compartí este vídeo de Solitude of Alanna en el que cuenta cómo lo usa ella y me quedé maravillada. Era una preciosidad. Yo no podría hacer eso, no tengo ese arte. Pero sí vi la posibilidad de usar el BuJo como yo quisiera, con los apartados que yo realmente necesitaba y no con los que ya vienen diseñados en una agenda preformada.
Inciso. No estoy diciendo que las agendas o planificadores preformados no sirven para nada. No me sirven a mí ahora. Pero los he usado mucho y me han ido de maravilla. También creo que el BuJo no es una herramienta útil para todo el mundo.
Lo que más me frenaba a mí para comenzar con el BuJo era el tiempo que hay que invertir en configurarlo. Pero, dependiendo de cómo lo uses, esa inversión de tiempo puede ser insignificante si, por ejemplo, lo vas creando al día y sólo los días que lo necesitas. Éste no es mi caso. Yo, una vez al mes, me siento y configuro todo el mes del tirón. Y lejos de resultarme tedioso, se ha convertido en uno de los momentos más placentero del mes, en el que me siento totalmente concentrada a hacer algo que me encanta. Resulta que es un tiempo para mí y que, además, ha tenido una repercusión enorme en mi productividad. Ese rato no es tiempo gastado, sino invertido. Muy bien invertido. Ahorro tiempo al no tener que consultar cuatro libretas diferentes, por ejemplo; al tener menos libretas, también tardo menos en ordenar el escritorio; y, la herramienta en sí, como método de organización y productividad me funciona a las mil maravillas. Ahora os pongo ejemplos.
Cómo me organizo
Como ya he comentado, una vez al mes me siento y configuro el siguiente mes. He de reconocer que mis meses tienen muchas páginas, creo que más de lo habitual. Es lo que tiene venir de cuatro libretas y que verdaderamente funciono muy bien a base de tachar cosas de listas.
Primero hago el mes vista, donde apunto eventos y citas, y dejo un espacio en la hoja para plantearme los objetivos del mes. Mis prioridades.
Después preparo las semanas. El primer mes que usé el BuJo empleé 4 distribuciones semanales diferentes para probarlas y ver con cuál me quedaba. Ganó ésta, en la que todos los días ocupan lo mismo. Me molestan los diseños en que los fines de semana son más pequeños, ya que, precisamente, en sábado y, sobre todo en domingo, es cuando más cosas hago. Y la verdad es que yo me lo apunto todo. Desde proyectos del trabajo (divididos en tareas muy pequeñas, por lo que se crean listas de varios items) hasta las cosas que hay que hacer en la casa (barrer, lavadora de no sé qué color, descongelar algo para poder cocinar....).
En la parte superior de cada día, dejo un espacio para anotar el diamante del día, lo que es más importante. Ya os hablé de ello en redes sociales hace casi un año. La semana que viene lo dejaré todo explicado en otro post del blog.
El apartado de notas lo uso para registrar el número de horas de trabajo que hago en casa y un pequeño control de hábitos. También apunto la lista de la compra.
Mis colecciones
Tras las semanas, viene lo que en el mundo BuJo se llaman colecciones. Son espacios para poder llevar un control de diferentes aspectos de la vida o planificar ciertos asuntos con más detalle. Aquí es donde yo me paso. Tengo unas colecciones fijas, que se repiten cada mes:
- Cosas que molan: cada día apunto lo que más me ha gustado de la jornada anterior. Así valoro mejor lo que me pasa, ya que hasta en día malos encuentro momentos agradables. Mola leer la lista pasado un tiempo, ya que me hace recordar momentos que me encantaron.
- Control de gastos: aquí sólo apunto los gastos que hago en efectivo fuera de casa. Una vez a la semana los voy pasando a un excel en el que llevo un control pormenorizado de todos los gastos e ingresos de la economía familiar. Esto llegó a la vez que el BuJo y os aseguro que ha marcado la diferencia en mis finanzas. Saber cuánto ingresas, cuánto gastas y en qué, da claridad y, en nuestro caso, ha hecho que el dinero cunda más.
- Cosas de casa: este apartado me ayuda a llevar un control de las tareas que hay que realizar cada semana (algunas más de una vez) y otras cosas pendientes que se pueden realizar a lo largo del mes. También apunto la lista de comidas que voy a dejar preparadas los domingos (a veces también los miércoles) para el resto de la semana.
- Menú mensual: semanalmente anoto las comidas y las cenas que vamos a hacer, teniendo en cuenta lo que ya tenemos en nevera, despensa y congelador. En base a esto hacemos la lista de la compra.
- Daibeladas: este aparatado es importantísimo. Me hacía mucha falta. Todo lo que aquí anoto lo teníamos por ahí desperdigado en diferentes listas, libretas y papeles. Ahora está mucho más organizado y siempre sé dónde encontrar la información que necesito.Cuando vienen los médicos a casa siempre hacen muchas preguntas que a veces no estaba segura de cómo responder. Por ejemplo, ‘¿cuándo fue la última vez que le cambiamos la sonda?’. Pues yo no sabía responder con seguridad. Ahora sí porque se queda anotado en observaciones. Me sirve también para informar a los médicos que vienen a verle de cosas que hemos observado; anoto los cambios que me proponen y las dudas que tengo para la próxima visita; llevo un control de qué cosas hemos hecho y cuáles no, de sus horas de sueño nocturo (tema importante por su epilepsia), de su peso (fundamental para saber hasta qué dosis de medicación se puede llegar)... Llevamos muchos cambios en la medicación con el fin de controlar la epilepsia y apuntar las cosas que observamos, las fechas en las que se cambian las dosis de los medicamentos o lo que sea, nos aporta mucha información a nosotros y los médicos para poder tomar decisiones.
- Monetes: colección en la que organizo reuniones, entrevistas y proyectos para el mes en curso del trabajo.
Además de estas colecciones, siempre añado alguna más relacionada con el mes en el que estamos. Por ejemplo, el mes pasado tuve dos colecciones extra, una para organizar las celebraciones de Navidad y de mi cumpleaños y otra que me sirvió como reflexión para el cambio de año. Otros meses en los que he tenido vacaciones, por ejemplo, me he hecho una lista de las cosas que quería hacer; o, si me ha tocado hacer muchos papeles (como me pasó a principio de curso), he creado una colección para ello. Cada mes, lo que necesite.
Por último, están las colecciones atemporales, aquellas que no se corresponden con un mes determinado. Aquí hay un poco de todo, desde listas organizativas a cosas que simplemente me han gustado y las anoto o dibujo para guardarlas y tenerlas localizadas. Os pongo algunos ejemplos:
- Proyecto biblioteca: voy una vez al mes, anoto los libros que me llevo, la fecha de devolución y los puntúo cuando me los leo.
- Una infografía sobre las partes y tipos de hojas
- Otra con la clasificación de las hojas de las plantas de mi huerto
- Recetas de cocina que quiero realizar
- Una colección con la canción que le hemos hecho a Daibel
- Cosas que leer, ver, escuchar o buscar que la gente me recomienda
- Listas que encuentro por ahí que me gustan, como por ejemplo, ‘10 pasos funamentales para organizarte mejor’, de Azucena Caballero.
- Recetas de productos caseros de higiene, cosmética y limpieza.
- Una colección con ideas de tipos de letras bonitas y decoración de títulos
Las posibilidades de colecciones son infinitas. En redes podéis encontrar muchísimos ejemplos que se ajusten mejor a lo que necesita cada una.
Espacio para la creatividad
Como os decía, el BuJo no está pensado, en origen, para ser un espacio en el que ser creativo. Pero, en mi caso, lo es en parte. Tengo la intención de aprender a dibujar, pero me resulta complicado encontrar tiempo para ello. Sin embargo, el BuJo se ha convertido en un espacio en el que, sin necesidad de ser constante, puedo ir dibujando cosas sencillas cuando encuentro un rato libre, sin pretensiones ni obsesiones. Es por ello que, por ejemplo, intento hacer títulos bonitos, con una decoración muy sencilla, pero que me hace practicar. Y también dejo un espacio cada mes para dibujar una portada que me guste.
Esto es todo lo que os quería contar de mi BuJo. Si has llegado hasta aquí es posible que estés pensando que soy una súper mujer, que llego a todo o, incluso, que lo tengo todo demasiado controlado. Déjame decirte, en primer lugar, que no es verdad, que no llego a todo y las cosas se me descontrolan, como a todo el mundo. Pero, también es verdad que, por un lado, he mejorado mucho mi productividad y, por otro, tolero mucho mejor que antes los descontroles. El BuJo es una herramienta que me ha ayudado mucho a mejorar mi productividad, pero antes ha habido un cambio de mentalidad que te conté aquí. La clave no ha estado en organizar mejor la cantidad de cosas que hago, sino en hacer menos cosas y después organizarlas mejor. Primero he simplificado mis tareas y luego les he dado orden y sentido, ayudada por el BuJo.
¿Usas Bullet Journal? ¿Crees que es una herramienta para ti? ¿Qué otros métodos de organización te han funcionado?
¿Soy minimalista?
Lucía Terol, minimalista que puedes encontrar en Sencillez Plena, diría que el minimalismo no tiene que ver con el número de objetos que tienes, sino que es más bien una actitud y creo que ella misma me diría que estoy en el camino del minimalismo. Sigo teniendo muchos objetos, pero he reducido mucho en lo material y lo inmaterial en los últimos meses. Hay ciertos aspectos que he descubierto del minimalismo que encajan conmigo y los quería compartir por si a alguien más le inspira.
Cómo empezó todo
Es muy curioso cómo ha sido todo el proceso que acaba conmigo escribiendo este post. El detonante surge cuando nos vemos en la obligación de plantearnos un cambio de casa. No nos queremos mudar, pero ciertos acontecimientos pueden llegar a forzar que cambiemos de domicilio. Es algo que comenzamos a hablar hace más de un año y, como era una posibilidad real, nos pusimos a buscar casas. En ese momento, lo vi claro: no quiero vivir en una casa grande. Cuanto más grande, más trastos y más tiempo invertido en limpiar y ordenar. Mi prioridad no es esa.
Aún sabiendo que una casa con las dimensiones de la actual es suficiente y que no me quiero mudar, no me encontraba del todo bien en mi propia casa por estar siempre desordenada y no precisamente limpia.
Cuando comencé a trabajar, en septiembre de 2016, sumado a que Daibel entró en una fase de trastorno de sueño bastante gorda y que duraría meses, mi casa se sumió en el caos. Disponíamos de menos tiempo para dedicárselo a la casa, estábamos agotados y no encontrábamos la energía para ordenar, limpiar, cocinar… Lo de no dormir es una tortura.
Pasó otra cosa. Yo llevaba 3 años sin trabajar, por lo que habíamos reducido muchísimo nuestro consumo. Desde mi primera nómina, comenzamos a comprar cosas que necesitábamos o deseábamos y que habíamos dejado aparcadas hasta aumentar nuestros ingresos. El problema fue que entraban cosas a casa, pero nada salía. Y, sinceramente, ha habido compras innecesarias. Así, las casa se iba llenando y llenando de cosas que no encontraban un lugar determinado. La habitación pequeña se convirtió en un trastero caótico. Cuantos más trastos, más difícil es limpiar, por lo que el caos se iba apoderando de nosotros.
Comencé a hacer pequeñas limpiezas de cosas que ya no usaba. Para mí fue fácil empezar por mi armario. “Destrasteaba” la habitación del caos a menudo, pero siempre volvía a desordenarse. La razón es que cambiaba las cosas de sitio, pero no sacaba de casa las que no eran necesarias.
En verano de 2017, redescubrí a Azucena Caballero, experta en productividad, organización y emprendimiento. Compré su libro ‘Organiza tu hogar en 30 días’. Me propuse seguir sus consejos, aunque adaptándolos un poco a nuestras circunstancias. La verdad es que no funcionó, pero plantó una semilla en mí, eso lo tengo claro. El libro de Azucena Caballero es un gran recurso que le ha cambiado la vida a muchas personas. Yo me he quedado con algunas de sus propuestas, pero lo cierto es que el método no terminaba de encajar conmigo o, al menos, en ese momento. Ahora que, mediante otros recursos, he conseguido vaciar mi casa de trastos, descubro que hay más cosas de la propuesta de Azucena que soy capaz de aplicar.
Paralelamente, iba leyendo y viendo vídeos sobre organización y productividad. Anotaba lo que me gustaba, pero no terminaba de encajar todo.
El punto de inflexión
En septiembre de 2017, con el inicio del curso, me propuse conseguir que mi casa estuviese limpia y ordenada, pero el 8 de ese mes Daibel fue hospitalizado en estado grave y ya todo cambió. De hecho, para que Daibel pudiera volver a casa, teníamos que cambiar parte del mobiliario y deshacernos de cosas que ya no iba a usar para dejar espacio a otras nuevas que venían con él. Durante tres días, antes de su alta, estuve preparando la casa, limpiando, ordenando, sacando y metiendo. Fue la primera limpieza real desde que comencé a querer un cambio en mi casa y, aun así, sentía que no era suficiente.
Su alta y estos meses en casa, han supuesto en mí una gran trasformación. Su situación de salud es muy delicada, lo que supone, entre otras cosas, que casi no salimos de casa y tenemos las visitas muy restringidas. Pasamos mucho tiempo en nuestro hogar y necesitaba sentirme bien en él.
Más allá de lo material
La situación de Daibel es tan complicada, que sentí la necesidad de simplificar otros aspectos de mi vida para eliminar tanto ruido y poder centrarme en lo que para mí era importante. Me salí de un montón de grupos de Whatsapp y Facebook, dejé de seguir algunas páginas e hice limpieza en mis amistades digitales, decidí que ciertos aspectos del trabajo no eran responsabilidad mía y que no iba a dejar que los compromisos sociales se comieran mi tiempo.
Cuando todo eso se aclaró, de pronto, dando una vuelta por YouTube, acabé en el canal de Adriana, de Minimalistamente. Quedé fascinada porque, vídeo a vídeo, le iba poniendo nombre a todo lo que me había ido sucediendo. YouTube me iba recomendando vídeos relacionados y así acabé en el canal de Lucía Terol, de Sencillez Plena. Ella me proponía profundizar mucho más en todo este proceso desde un punto de vista emocional. Y ahora, sí que sí, sentía que tenía los recursos que necesitaba para ponerme manos a la obra.
En enero de este año tuve unos días de vacaciones y me centré en ordenar mi casa. Salieron muchos, muchísimos trastos. Cada viaje, con el coche lleno de basura y objetos para donar me hacía sentir una paz inmensa. Fue absolutamente liberador. Y que sepáis que es esto engancha. A lo largo del año he seguido haciendo revisiones y reduciendo nuestras pertenencias. Y reduciría mucho más, pero los acuerdos de convivencia con Elpadredelacriatura no lo permiten, jeje.
Me siento especialmente a gusto con mi armario, que se ha convertido en un armario cápsula. Mi ropa ocupa menos de la mitad que antes, sólo hay prendas que me encantan y las uso todas. Todo lo demás, desapareció.
Éstas son mis camisetas de manga larga para todo el año
He conseguido, por primera vez en mi vida, que mi casa esté limpia (según mi criterio, hay muchas personas que no estarían de acuerdo conmigo XD) y ordenada la mayor parte del tiempo. Porque sí, a veces se me descontrola la cosa y sé que la razón está en que sigue habiendo demasiados objetos y pensamientos a mi alrededor. Pero bueno, el camino hasta aquí ha sido muy revelador y sé que estoy donde quiero estar. ¡¿Tú sabes qué gusto?!