Domingo, 17 Enero 2016 08:17

Qué orgullosa estoy de que mi hijo haya tomado leche materna sólo dos meses

Durante el embarazo de Daibel tuve tiempo de leer e informarme sobre la lactancia, por ejemplo, aquí. Tras esas lecturas, gracias a las que comprendí los grandes beneficios que nos aportaría, tenía clarísimo que iba a esforzarme mucho por tener una lactancia exitosa. Daibel nació con ciertos problemas de salud que hicieron muy complicado cumplir lo que, al final del embarazo, se había convertido en un fuerte deseo.

Una serie de circunstancias hicieron la lactancia mucho más complicada de lo que yo me podría haber imaginado. Mi hijo nació con problemas graves de salud, lo que hizo que nos separaran tras el parto y no pude ponerle al pecho hasta que no pasaron unas 48 horas, lo que no ayuda nada a establecer la lactancia. El pequeño nació con labio leporino, lo que complicaba mucho el enganche. Su hipotonía (bajo tono muscular) también lo ponía difícil. Que la unidad de neonatos no esté prepara para que las madres estemos allí las 24 horas, lo hace imposible. Además, recientemente, he comprobado que son muy pocos los niños con su síndrome que consiguen mamar, pero pienso que, con más ayuda, serían más los que podrían conseguirlo.

En los dos primeros días de vida, Daibel tomo leche artificial. A las 48 horas de su nacimiento, yo por fin tenía leche, aunque también mucho dolor. Comencé a extraerla con el maldito sacaleches, esa máquina que para mí era un instrumento de tortura. Daibel tomaba la leche que yo me extraía. Al estar ingresado, comía cada tres horas, ocho veces al día. Casi cada día, se aumentaba la cantidad de leche que tomaba, en función del peso que iba cogiendo. Al principio, yo me sacaba cada tres horas también. Me daba tiempo a sacarme seis veces al día. Perdía dos extracciones, una en los traslados al hospital y los cuidados que el bebé requería y otra porque dormía 6 horas por la noche. Aunque las expertas dicen que una mala noticia no reduce la producción, el resultado de su resonancia cerebral, a las tres semanas del nacimiento, coincidió con una merma considerable en la cantidad que me extraía. Además, sus hipoglucemias nos obligaron a aumentar el volumen de las tomas con el fin de mantener los niveles de glucosa en sangre. Yo ya no tenía leche suficiente. Parecía que todo estaba en nuestra contra.

Profesionales que ayudan

Antes o después de cada toma, yo ponía a Daibel al pecho, por si alguna vez conseguía engancharse y para que estimulara la producción. Lo ideal habría sido ponerle siempre antes de la toma, pero, si hacía eso, él se cansaba y su toma con el biberón se alargaba mucho o no la completaba, y no nos podíamos permitir eso en su estado.

Cuando Daibel tenía un mes, tuve la suerte de que Belén, una enfermera del hospital, que es consultora internacional certificada en Lactancia Materna por International Board of Lactation Consultant Examiners (IBLCE), se sentó un largo rato a charlar conmigo. Me felicitó por lo conseguido en ese mes y me dio algunos consejos para intentar aumentar la producción, como realizar una extracción manual después de usar el sacaleches, extraerme de los dos pechos a la vez (había que verme…) o no dejar pasar 6 horas por la noche sin sacar leche, ya que es cuando más se produce. En definitiva, me animó a continuar con las extracciones y me invitó a sentirme orgullosa por el esfuerzo.

Yo hice todo lo que me dijo, pero lo cierto es que no obtuve muchos resultados. En este punto, yo me sacaba leche ocho veces, pero sólo conseguía completar uno de los ocho biberones que Daibel tomaba cada día. Habría necesitado más tiempo con Belén para que me ayudara, ya que me consta que gracias a sus consejos otras madres han conseguido grandes progresos. Pero ella no trabajaba en mi box habitualmente y tuve suerte de que aquel día se sentara conmigo cuando hubo un rato tranquilo en su trabajo. Necesitamos a más personas como Belén en los hospitales, posiblemente con una dedicación exclusiva a temas de lactancia. Ojalá nadie la necesitara, pero recomiendo su página web, Lactancia en Unidades Neonatales, a aquellas madres que tienen a sus hijos hospitalizados y necesiten ayuda con la lactancia.

El final de la lactancia

Cuando llegamos a casa, el bebé tenía ya dos meses. Casi a diario teníamos que ir al hospital a alguna consulta y/o terapia. Además, tenía que encargarme de muchas cosas de las que no me había ocupado en los últimos dos meses. Resultaba imposible seguir extrayéndome leche ocho veces al día para conseguir un biberón.

Entonces, acudí a un taller de lactancia en mi municipio. No quería darme por vencida y fui pensando que a lo mejor se les ocurría algo que yo no hubiese hecho ya. No fue un error ir, ni mucho menos, pero no encontré lo que yo tenía en mi cabeza. Hablé con la matrona que dirige el taller y con una mamá con mucha experiencia en temas de lactancia. Yo expuse mi situación y ellas me animaron a continuar, pero yo ya había probado todas las cosas que me proponían. Me sentí un poco presionada, a causa de mis expectativas, y mi frustración aumentó. Mantuve unos días las extracciones, pero finalmente lo dejé, lo que me resultó muy doloroso emocionalmente. Me costó mucho gestionar esa frustración. Ahora ya no se me encharcan los ojos cada vez que pienso en que no pude darle el pecho a mi hijo, pero, sinceramente, este tema no está sanado en mi interior.

Obviamente el titular de esta entrada está buscando la provocación. Me encantaría poder estar amamantando a mi hijo ahora, cuando ya tiene dos años. No pudo ser, pero me tranquiliza pensar que hice todo lo que pude.

¿Cómo fue tu lactancia? ¿Has tenido que amamantar teniendo a tu hijo hospitalizado?

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