Miércoles, 25 Septiembre 2019 07:34

Por qué nos hemos mudado

Hace diez años, ElPadreDeLaCriatura y yo decidimos vivir juntos. Surgió la oportunidad de vivir en una casa en Rivas con un alquiler muy económico. Teníamos que marcharnos de Móstoles y Getafe a una ciudad que no conocíamos, pero en la que teníamos unos amigos y la opción de vivir en una casa sobre suelo protegido cuya gestión dependía de Lazora.

Cuando firmamos el contrato se hablaba, pero no se dejaba por escrito, de que pasados los diez años de protección del suelo, esos pisos se venderían y se nos ofrecerían a nosotros los primeros.

En 2012 renovamos contrato y, a causa de un cambio de normativa, experimentamos una subida de precio de 150€. Seguía siendo asumible, pero la subida era considerable. Un año después nacería Daibel.

En diciembre de 2016, casi con un año de antelación al vencimiento de nuestro contrato, una vecina me comentó que se iba a marchar del edificio porque se le acaba el contrato y Lazora le había comunicado su intención de no renovarlo. Desde ese momento, empezamos a informarnos y descubrimos que esto estaba pasando en muchos edificios de toda la Comunidad de Madrid construidos en suelo público protegido y gestionados por Lazora y Larcovi (empresas del mismo grupo). Poco a poco, fuimos conociendo más casos de afectados por otros fondos buitre, como Fidere.

Estos promotores inmobiliarios habían encontrado la gallina de los huevos de oro en 2008. La Comunidad de Madrid les cedía parcelas de suelo protegido a cambio de que construyeran viviendas para jóvenes a precios asequibles. Diez años después, la protección vencía y podían hacer con esas casas lo que quisieran.

Así, a finales de 2016, Lazora comenzó a informar a los inquilinos de nuestro edificio de que no renovaría sus contratos y tampoco les ofrecería la opción de comprar los pisos. Suponemos que la intención era vaciar el edificio, reformarlo y así poder vender los pisos más caros.

Pero la protección de esas viviendas era hasta 2018 y estaban echando a los vecinos poco a poco, no renovando contratos y dejando el edificio medio vacío. Estaban incumpliendo su acuerdo con la Comunidad de Madrid. Nadie hizo nada al respecto.

Iniciamos la búsqueda casa nueva

El edificio empezó a quedarse vacío. Las familias se marchaban al recibir las cartas en las que informaban que no habría renovación. Nosotros también recibimos la carta. Ya llevábamos un tiempo buscando opciones para mudarnos, pero no encontrábamos ninguna casa en la que Daibel pudiera vivir y que pudiéramos pagar.

Teníamos un gran condicionante: que la casa que tuviera un dormitorio de buen tamaño porque debía caber una cama de matrimonio, una de 90 cm y todo el aparataje que acompaña a Daibel para dormir. Las viviendas que podíamos pagar en Rivas, no cumplían esta característica. Comenzamos a mirar en otros municipios, pero nos pasaba lo mismo.

Sin ayuda institucional

Paralelamente a la búsqueda de piso, tratamos de negociar con Lazora un nuevo contrato e, incluso, la compra de la vivienda. Su respuesta era siempre una negativa. También comenzamos a hablar con políticos del municipio y de la Comunidad de Madrid, así como con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y con servicios sociales.

Los miembros de la PAH mostraron mucho interés en nuestra situación y nos orientaron en algunas acciones a realizar. Pusimos una reclamación en Consumo y tratamos de comprometer a los vecinos que aún quedaban en el edificio, pero no hubo manera.

Algunos medios de comunicación se interesaron por nuestro caso, pero nos pedían una exposición de nuestra situación familiar que no queríamos asumir por una cuestión de protección de nuestra intimidad y la de Daibel. Aún así, El Diario de Rivas, publicó una noticia al respecto. En ella se ve qué posición tomaba el gobierno municipal y regional. Por parte de los políticos conocedores de esta situación no recibimos ninguna ayuda.

Nuestra situación empeora

Hubo un momento en el que Lazora comenzó a prorrogar alquileres a algunos vecinos que habían manifestado que se marcharían, pero que aún no habían encontrado vivienda. Unos ancianos de nuestro portal también consiguieron un contrato nuevo. A nosotros nos lo seguían negando.

De pronto, a un mes del vencimiento del contrato, Daibel coge una infección respiratoria muy grave que le tiene ingresado más de un mes y que cambiaría nuestra vida para siempre. Obviamente, nuestra búsqueda de alternativas se paraliza y delegamos la situación en un experto en asuntos legales, dado que es imposible que podamos buscar otra casa y mudarnos.

Según le dan el alta a Daibel, nuestro contrato vence, pero nosotros nos quedamos y Lazora nos denuncia. Aún con mediador, las negociaciones duraron nueve meses. En ese tiempo, volvieron a alquilar las viviendas que se habían quedado vacías pero por más dinero. Ya no entendíamos nada; incluso mis cuñados, que vivían en el edificio, se tuvieron que marchar y, pasado un tiempo, su casa estaba alquilada de nuevo. ¡No se puede jugar así con las personas! ¡La vivienda es una cosa muy importante!

Finalmente, tras nueve meses sin contrato efectivo de alquiler, firmamos uno con cláusulas abusivas y que suponía un incremento de precio de más de 200€.

Un solución transitoria

Mientras tratábamos de regularizar nuestra situación, nosotros seguíamos buscando otra vivienda, pero nada se ajustaba a las necesidades de Daibel. Además, él estaba muy delicado y realizar una mudanza suponía ponerle en peligro.

Con el contrato ya firmado y Daibel mejorando, comenzamos a plantearnos más en serio comprar una casa. El alquiler era muy alto (un 50% más caro que cuando nos mudamos a Rivas) y en tres años volveríamos a tener el mismo problema. Nosotros siempre habíamos pensado que no compraríamos una casa, pero un embudo nos dirigía por ese camino. Con una hipoteca, la mensualidad sería más reducida y no nos volveríamos a ver maltratados por un fondo buitre.

Vivimos en la casa de nuestros sueños.... Eso sí, en un pueblo

En noviembre de 2018, encontramos una casa que tenía posibilidades. Podíamos adaptarla fácilmente para que pudiera vivir Daibel, pero tenía otros inconvenientes que finalmente nos hicieron rechazarla.

Llevábamos tiempo viendo por internet otra vivienda que nos llamaba la atención, pero por las fotos no estaba claro que nos sirviera. De pronto, bajaron considerablemente el precio y decidimos ir a verla. Era perfecta. Necesitaba algunos retoques para adaptarla a Daibel, pero cosas sencillas.

Finalmente la compramos y comenzamos a vivir en ella en abril de 2019. Está muy por encima de mis expectativas iniciales y estoy enamorada.

Para poder comprar una casa que pudiéramos pagar (además de contar con la ayuda de la famila), hemos tenido que mudarnos a un pueblo, donde los precios están más asequibles. Esto es algo que no ha sido fácil de decidir.

Cuando no teníamos a Daibel, ElPadreDeLaCriatura y yo fantaseábamos con terminar viviendo en un pueblo, llevando una vida más tranquila y natural. Cuando nació Daibel, con todas su necesidades, se nos quitó la idea de la cabeza. De pronto se volvió importante tener hospitales cerca y que las ambulancias tardasen 20 minutos como mucho en llegar, así como tener el Centro de Atención Temprana en el mismo municipio. Con la entrada del servicio de Cuidados Paliativos en nuestras vidas y nuestra decisión de que las terapias las realizara en casa, nuestra visión cambió. Nos podíamos permitir vivir en un pueblo porque son los médicos y terapeutas los que vienen a casa y las situaciones de emergencia las resolvemos desde aquí, sin ambulancias ni ingresos. Así que gracias otra vez.

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